Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo.Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.
Fue en este momento en que el pecado del hombre trajo por consecuencia la división entre Dios y el hombre. La desobediencia de Adán introdujo la muerte sobre el ser humano y maldición sobre la tierra. Apartarse de las indicaciones claras que Dios nos entrega trae consecuencias sobre nuestras vidas, las que necesariamente no son ejecutadas por Dios, el nos da libertad para elegir lo que hacemos en nuestras vidas, si obedecemos, tenemos su bendición y respaldo, pero si desobedecemos, tarde o temprano las consecuencias de nuestros actos nos alcanzan.
Es el caso de Adán, tras su desobediencia, comenzó a vivir las consecuencias, la separación de la mano de Dios, debía devolver a la tierra lo que de ella fue tomado en algún minuto, del polvo somos y a el volveremos, esto es la muerte del cuerpo, y la maldición sobre la tierra, la cual hoy en día sufre con dolores de parto la venida de Nuestro Señor Jesucristo.
Por cada uno de los desastres naturales que azotan al ser humano, acusamos como gran responsable a Dios, pero nos olvidamos rápidamente de lo que sucedió con Adán, en esta oportunidad la nación afectada resulta ser Haití, nación en la cual mas de la mitad de sus habitantes practican el Vudu, (fuente http://es.wikipedia.org/wiki/Haiti#Religi.C3.B3n), que en resumen es satanismo, adorando a cuanta imagen se les ponga por delante, ofreciendo sacrificios, y ejerciendo la magia negra. Sin dejar de mencionar las adopciones ilegales y prostitución infantil. Es difícil entonces, ante la desobediencia que manifiesta la nación contra la voz de Dios que dijo: No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos. No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.
Si como hombres desobedecemos, traemos como consecuencia sobre nuestras vidas la separación con Dios, muerte y maldición de nuestra tierra, es el fuerte caso de Haití, en donde es tal la maldición que sufre su tierra, que gime con dolores de parto, por la necesidad de Jesucristo Nuestro Salvador. Es dificil entre tanta maldición en la que se encuentra sumergida su nación, escuchar la voz de Dios, el libro de Apocalipcis muestra el toque de las trompetas para advertir juicios sobre la tierra, confirmando la inmensa misericordia que de El emana para con nosotros su creación, y este es un gran trompetazo para la nación de Haití y un vivo ejemplo para nosotros los seres humanos, los sordos espirituales, que no logran escuchar la voz de Dios, y por ende trae consecuencias sobre nuestras vidas.
Antes de culpar a Dios sobre lo que ocurre, primero preocupémonos de estar a cuenta con El, todos sabemos de lo que somos capaces y los actos que hemos realizado en nuestras vidas, aún es tiempo, si nuestros oídos se encuentran cerrados, abramos nuestros ojos y veamos la salvación tan grande que Jesucristo en la cruz no presenta por delante y nos dice:
Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra; si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho.
Dios te Bendiga.